miércoles, septiembre 01, 2021

Sobre elecciones, un gobierno fabuloso para los poderosos y una CFK deshilachada

Creo que uno de los grandes mitos urbanos era que Cristina Elisabet Fernández era la Elegida de los dioses que tenía estrategias increíbles, estrategias tales que, como dice hace años, hace que los laburantes terminemos siempre pagando la fiesta de la clase alta, de los grandes empresarios, de los políticos como ella y su familia de inútiles (no siento ningún tipo de empatía con la ex presidenta por su persecución, que si ella no termina presa realmente no sé, sinceramente, hasta qué punto no es un circo armado para que sintamos lástima por perseguirla "por ser mujer, peronista", así como ultraadinerada en un país pobrísimo, pero yo estoy en proceso de desconfiar de todo).

Escucho estos días demasiado a Tognetti, que cada vez me cae más pesado. El programa últimamente se hace soportable sólo cuando está conduciendo solo el queridísimo Eduardo Fabregat, sobrino de aquél tipo que leíamos en Humor (Registrado), Aquiles Fabregat, y a quién me he cruzado más de una vez sin saberlo en recitales de bandas y solistas que nos gustan a los dos.

Bueno, pensaba escribir esto MUCHO antes de hoy, pero es que el trabajo vía home office, con un gerente que me llama a las 9 de la mañana para que revise una cosa, y la otra gerenta que me llama a las 9 de la noche porque quiere que vea otra, me tiene un poco ocupado (igual la otra vez los mandé a la mierda a los dos -cosa rara- y les dije que mi horario es mi horario laboral, y que antes y después el celular lo apago, cosa que cumplí; por eso estoy escribiendo esto, luego de pensar un poco bien lo que quiero decir).

Además, tengo que ser sincero, el tema de la pandemia me ha tenido agotado. Todos tuvimos experiencia que los primeros dos meses era prender CUALQUIER canal y ver que de lo único que hablaban era de médicos (algunos bastante truchos) hablando de la COVID, las cifras de muertos, que me deprimen bastante (tengo que contar dos ex compañeros de trabajo, de mi anterior trabajo, que se contagiaron y no sobrevivieron; y la mujer de mi ex jefe de mi actual trabajo, que era sana y no se veía que le fuera a pasar algo, según su esposo, pero se contagió y murió a las pocas semanas hace poco). Ver a los antivacunas este año me hicieron putear con ganas a estos engendros de siempre (los Bullrich, los radicales de ultra derecha, los del PRO en general y Juntos por el Cambio en particular) que juegan con nuestra salud, que apuestan porque la mayor cantidad de argentinos muramos para que ellos vuelvan exitosos al poder.

Lo peor es que creo que con este gobierno de cagones de Alberto Fernández eso va a pasar. Por empezar, tiene su diario de Yrigoyen, en este caso su portal web y radial de El Destape, del insoportable y llorapauta, como leí en Twitter, de Roberto Navarro, que tapa todas las cagadas del gobierno y pone a ese tipo Pesky que dice ser humorista e imitador y que no llega ni a la bosta bajo la suela de los zapatos de los verdaderos humoristas e imitadores de nuestra rica historia radial y televisiva, a hacer simpático a esa mierda de ministro que es Guzmán. Ha retrocedido, como con Vicentín, en todo aquello que hoy haría que estemos en mucha mejor posición. Ha puesto de ministros a tipos que siempre han protegido a los megaricos y los poderosos empresarios nacionales y extranjeros. Sin hesitar, tiene beneficios pensados para ellos pero a la gente que no pudo trabajar el año pasado por lo estricto de la pandemia les niega un refuerzo en guita, una miseria comparada con la que le condona a esos ultraricos, pero que para la gente pobre haría una gran diferencia.

Lo que yo percibo, conversando con alguna gente del trabajo (a veces me hacen ir físicamente, pese a que el DNU me ampara a quedarme en casa todo el tiempo, pero tampoco quiero tirar demasiado de la soga), pero sobre todo cuando nos whatsappeamos con mis ex vecinos y amigos de provincia, es que están todos HARTOS de este gobierno no de científicos, sino de inútiles. Empezando por ese que dice ser presidente pero que no le da el piné (creo que en su momento dije que no me convencía o algo así, y no tenía confianza en él, y pensaba que podía ser un gobierno pésimo, pero superó mis expectativas más pesimistas; y que no se excuse en la pandemia, porque ya lo veo), que en medio de gente a la que apaleaba la policía si salía de su barrio sin permiso, te mete una foto de una fiestita privada en Olivos. Más pelotudo (si lo vas a hacer, nada de fotos, salame) e irresponsable y falto de ética (él se piensa que como soberano está por encima de las leyes que nos hace cumplir a los simples mortales) no se consigue.

Yo eso lo percibo en todos lados, como digo. Cuando voy, hipercuidado con escafandra (casi) y barbijo a hacer compras al Mayorista o al Supermercado, y la poca gente que andamos dentro manifiestan mucha desazón por todo, los comercios que cierran, la inflación que no hicieron nada para solucionarla y que seguro será peor en lo que resta, como me pasaba en los 90 cuando Chiche Duhalde competía contra Fernández Meijide. En esa época laburaba caminando por dos o tres partidos distintos en medio de barrios complicados, y allí los más pobretes (como yo) sentían esperanza por votar a la Alianza, aunque le tenían miedo al fraude de Duhalde.

Bueno, lo mismo siento ahora, aunque los encuestadores albertitas dicen que va a ganar el Gobierno. Yo apuesto a que va a perder, no sé si por mucho o por poco, pero que lamentablemente, va a ganar la ultraderecha macrista otra vez. Todo por no hacer calar hondo en los argentinos que toda la deuda miserable que tenemos la tomó Macri, sino al contrario, Alberto Fernández tapó todo.

Eso es imperdonable, y entre la gente que no siendo macrista u odiando al macrismo que no se siente motivada a votar a este gobierno que definen como traidor al pueblo, y los otros que odian al peronismo y que como en los medios masivos machacan que este es un gobierno kirchnerista (cuando lo es muy parcialmente, y no en puestos clave), creo yo, va a perder como en el 2009 o el 2013.

Y ya va siendo hora que dejen de llamar a Cristina como una iluminada. Claramente, con Scioli y Fernández, demostró que es una ídola de barro, y que con sus discursitos de palabrera vacía (salvo para los fanáticos) nos está hundiendo en un pantanal sin fondo. O eso siento yo. Como algo oscuro, muy oscuro, detrás de todo esto.

Es cierto, el clima general de muerte contribuye a esa sensación, pero siento que algo peor se está gestando. Ojalá me equivoque.

Buenas noches para todos.