ACTITUDES

- ¿Qué ves?
- Nada -dijo el hombre, luego de mirar hacia abajo un rato largo, y aguzando la vista.
- Ése es tu destino. No importa cuánto luches, cuánto te esfuerces, no escaparás a tu destino.
El hombre miró, miró a la voz que le hablaba, y no dijo nada. Luego se paró, miró nuevamente, ahora con orgullo y dignidad, a la voz, y se lanzó al vacío, sabiendo lo que le esperaba, sin miedo, sin temor, sin esperanza.


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- ¿Qué ves?
- ¿Quién eres?
- ¿Acaso interesa?
- Por supuesto.
- Soy el que es. Y tú no eres nadie sin mí. ¿Qué puedes decir a eso?
- Que emplearé toda mi vida en destruirte, en terminar con este mundo de tortura, de nada y de sinsentido en que sumergiste a la humanidad.
- ¿Ah, sí? Suponte que tienes éxito, que logras destruirme. ¿No sabes que todo se rige por mí? ¿Que no hay un átomo que circule en tu cuerpo que no tenga mi voluntad impresa?
- Correré el riesgo. El mundo debe desprenderse de tu mundo de cucarachas y ratones en que quieres convertirnos a todos.
- Jajajaja... Pues esperaré a ver qué es eso... Y ahora me retiraré de aquí, antes que intentes nada -dicho lo cual, la voz y el cuerpo que estaba tras ella, se movieron veloz a esconderse en la oscuridad tras los cuerpos celestes a su alrededor.
Pero el otro hombre no se movió, sino que se quedó furioso mirando a aquél que era el que era, tratando de aguzar la vista para ver más allá de lo que cualquier mirada humana pudiera llegar.
- No te me escaparás -dijo finalmente el hombre-. No importa en qué planeta te escondas, qué nueva dimensión crees, qué oscuridad inventes o levantes entre tú y yo. Finalmente te encontraré, y ahí sabremos que será de los hombres finalmente libres de ti.