miércoles, abril 16, 2008

SER LUZ


Uno pocas veces piensa lo anterior, en que en plena oscuridad la sombra ya no existe, porque la sombra solo existe cuando hay luz.

Uno muchas veces, como cristiano, quiere volverse luz, es decir, referencia de la Luz Divina, y se tropieza con que, cuando más uno se empeña en ser uno, más sólido se vuelve ante esa luz, es decir, más bloquea el paso de la luz con su propio cuerpo y crea un cono de sombra.

Estas sombras asumen formas muy diversas como (siempre) el pecado, la concupiscencia, el deseo, la avaricia, los celos, el orgullo, la soberbia, la lubricidad, la vanidad, la falta de una fe cierta.

Es decir, cuanto más uno es, cuanto más insiste en la importancia de eso pequeñito que uno es, menos uno es, y más deja pasar aquello que es lo esencial en la vida de toda persona, la Luz que ilumina a todo hombre.

Pocas veces uno se da cuenta que para que eso pase, uno debe como volverse transparente, anonadarse, de tal modo que uno simplemente sea un cáliz para que la Luz que viene de Dios pase a través de uno sin problemas, y de ahí ilumine a otros hombres.

¡Tarea difícil en esta época de tanto individualismo, de tanto "querer ser" (o aparentar, que viene a ser lo mismo en algunos casos), de tanto sumarnos a causas perdidas o de poca importancia, de tanta apatía espiritual, de tanto ataque y denostación a cualquier manifestación de fe sincera!
La misma Iglesia desoye muchas veces el mandato profético dado por Jesús a su Iglesia, y con su silencio, calla y convalida horrores y herejías, por miedo o conveniencia. Hace simonía cuando declara santos a personas que en su vida nunca fueron tales, sino simplemente por la aparición del Amo Dinero, que tantos corazones corrompe.

Pero querés vivir tu fe sinceramente, y recibís palos como gato en bolsa, y te dicen que sos un fanático y que no entendés la fe.

¿Pero dejar de lado el orgullo y tantas cosas? Nada de nada. Estamos demasiado subidos sobre nuestros propios hombros para notarlo.

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