sábado, noviembre 29, 2008

IDEAS DISPERSAS


Nunca es bueno escribir con una calentura encima, así que repito: chicos, no lo hagan en su casa.

Pero en verdad no quería hablar de eso, sino de algo que me dijo una persona por email, luego de leer el post primero de hoy. Fue una simple pregunta, más o menos así (ahora tengo fiaca de entrar al correo):

"A ver, tanta queja. ¿Alguna vez pediste ayuda explícitamente?".

Lo cual me hizo replantearme la perspectiva. Pero esas son cosas con su historia, y si las cuento, es porque espero que a alguien les sirva.

Hay gente que le ofrece a uno su mano sin vacilaciones. Pero como dice Juan Manual, son gente bien intencionada, de buen corazón, pero es posible que no sepan ayudar. El hecho de poder hacer algo por alguien, lo sé, sólo lo da la experiencia, el haber intentado ayudar antes. El haber, sobre todo, equivocado las palabras, las respuestas, las preguntas.

Pero también puede plantearse un problema, el que la ayuda no sea ayuda, que lo que se pide a otra persona... sea otra cosa. Para esto me viene a cuento una anécdota de una chica de una parroquia en la que estuve poquísimo tiempo, tres años. Una piba siempre le pedía ayuda a un pibe, primero para cosas del colegio, luego para otras cosas. Luego le contaba que se sentía mal, que andaba siempre con mucha tristeza dentro. Alguna vez casi insinúa que le gustaba un chico que no le daba bolilla. Pero lo insinuó, no lo dijo explícitamente, y el pibe ni cuenta se dio.
Luego yo fui profesor de una compañera de ella (eran todas chicas de 5to. año). Esa era la piba conocida por todos los chicos, para ser suaves, y en medio de ese año en un momento salió con el chico al que la otra chica le contaba sus cosas.
Y cuando ella se ofendió, enojada, me dijo qué era lo que le pasaba, sin querer decirlo: "Ella sabe que él me gusta. Sabe que yo quería salir con él. Lo que me hizo es una traición". Esto es, la ayuda que ella declamaba pedirle no era una ayuda, era que él la quisiera de otra manera que como amiga. Quizá si hubiera dicho todo de frente, no hubiera tenido expectativas falsas ni incertidumbre. Aunque sé que los amores de adolescencia joden. Pero no saben los amores en serio como joden cuando se es más grande, donde uno sabe perfectamente lo que siente y por qué lo siente y por quién lo siente.

Y al final, que sí, que uno pide ayuda explícitamente, pero a veces las personas se hacen las distraídas. O tienen sus propios problemas.

Por eso uno termina volviéndose autosuficiente. O no pide más ayuda, porque ve que los problemas de los demás son como edificios encima de sus espaldas.

Lo mejor es vivir ligero. En mi caso, saber que lo que no me mata me fortalece. Y saber, como dije en el otro post, que todo pasará. Que no hay dolor que dure cien años. Ni alegría que no decaiga.

¡Poco felices mis ideas! Pero fue una semana rara en un día raro, donde como dije, uno a veces se cansa de escuchar y no ser escuchado. Pero no importa. Mañana será otro día. No sé si estaré mejor o peor, pero tampoco interesa. Porque como una mancha en el río, tardará más o menos en irse. Pero se irá y no quedará nada.

Saludos

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