viernes, noviembre 28, 2008

SOBRE EXPECTATIVAS Y OTRAS YERBAS



Hoy me decía, estando en el trabajo, en base a algunas cuestiones que traían algunas personas, consultas que se me hacían. La primera fue: "Hay cuatro (4) psicólogas en el trabajo. ¿Por qué no les consultan a ellas? Y si no, tienen una iglesia a tres (3) cuadras: hablen con el cura, si no".
Desde ayer que estoy un tanto alterado por la gente que es como es, pero no debería alterarme tanto por cosas que no puedo manejar.
Pero bueno, ¿a qué se relaciona el ayer con el hoy? A algo que hace un tiempo conversaba con un amigo por el chat, el "hacer bien sin mirar a quién" y "el hacer bien sin esperar recompensa".

El tema es que estas personas, dos (2) vinieron a consultarme distintos quilombos personales. Personas que, usualmente, no conversan conmigo, así que me extrañó mucho. Pero bueno, puse mi mejor voluntad y les di mi parecer.
El asunto es que si uno está mal, esto le pasa a la mayoría de los que nos pasamos escuchando a los que tienen quilombos y a veces muy jodidos (aunque algunos no lo quieran ver así, digo, entre las personas que conocen a aquellas que vienen a contar esas cosas), ¡NO TIENEN NI DOS (2) MINUTOS PARA ESCUCHARNOS!

No es obligación hacerlo, claro, pero al menos, ¡respeto! Está bien que uno se conoce y tarde o temprano se le pasa lo que le molesta, sea porque no le da importancia o porque sabe como Julio Humberto Grondona que "todo pasa".

Y respeto sería que al menos digan esas personas, si no quieren escuchar: "No me molestés. No quiero escucharte. Ya estoy bien. No me bajoneés. Etc.".

Y no digo que nosotros no hagamos esto con gusto, porque nos encanta que a las personas que conocemos se sientan mejor, pero no parecen entender que uno ha dejado cosas de hacer, se ha hecho un tiempo para estas personas, ha padecido en serio con los horrores que nos contaban que padecieron.

Entonces esta persona con la que conversábamos de este tema me preguntaba: "¿Para qué ser bueno?" Yo habitualmente, más en un día de fastidio, no tengo respuesta para esto. Es obvio que ese camino, como dice Jesús, es un camino pedregoso y difícil.

Pero creo que en lo que erramos es, más bien, en las expectativas adjudicadas a las personas. Las personas, todas nosotras, somos fallutas. Falsarios. Hipócritas. Cómodos. Rompemos nuestra comodidad pero hasta ahí nomás.

Lo que se espera y lo que es son dos cosas distintas, porque, digamos, a mí personalmente me duele cuando una persona me dice "mirá, te estaba buscando porque quería conversar cosas con vos y no estabas" (para esto, hay miles de razones, empezando porque nunca estoy mucho rato en un lugar, ni siquiera en el trabajo). Pero yo apenas insinúo eso ante algunas personas, las más perversas de ellas hasta te dicen: "sabés que mi aprecio está siempre con vos", pero siguen sin estar si querés, simplemente, conversar algo, descargarte.

Y esto no es ir de víctimas. Ninguno es víctima. Uno pone demasiadas expectativas en los otros, por eso, los que salen adelante son los que toman con el adecuado cinismo a los demás, sabe que todos tienen un reverendo hijo de puta dentro, alguien que se caga en los otros, y simplemente se hacen los humildes cuando se sienten o están en la lona.

Pero hace poco pasaron un capítulo de Joan of Arcadia, que no digo me iluminó, sino que puso las cosas en su lugar. Resulta que a la protagonista su novio la engaña y se acuesta con otra chica (Joan es virgen, a todo esto, aunque no sea católica ni nada, y aún así Dios la elige para aparecérsele). Ella lo descubre y llora por el tremendo engaño al que fue sometida y por la confianza rota. Dios, en la forma de una señora mayor, se le aparece en el colectivo y la consuela diciéndole: "Todos te podrán fallar, pero Yo soy el único que siempre estará contigo".

La vida de la persona que tiene fe, resulta ser así de simple. Uno sabe que no debe esperar nada de nadie, menos hacerse expectativas. Mírenlo al padre Mario Pantaleo, como sufrió, pese a curar a tanta gente. Fue perseguido por los políticos, los militares, los civiles y la Iglesia a la que amaba.

Este destino nuestro, amigo mío (sabés que hablo de vos) es un destino de solitarios. Las personas pasarán, pero Dios no pasará. El tema es que uno espera cosas que no se ven en el momento, y a veces ni siquiera se ve en nuestra vida. En Joan of Arcadia, hay unos cuantos capítulos que hablan de eso, de que uno obra cosas, movido por el Espíritu, pero sólo Él ve las consecuencias finales de lo que obra, sólo Él sabe por qué se permite el mal, la destrucción, la muerte, el sufrimiento, la pena, la amargura, el llanto, el dolor, la angustia, la opresión. Son tantas cosas que seguro no alcanzo a contarlas. Y con esas cosas tenemos que convivir a diario.

Nadie entiende ni entenderá que nuestra vida es un continuo sufrimiento, y muchas veces avanzamos y tratamos de ayudar a avanzar, a través del dolor que nos impide movernos, pero como el padre Mario, aún en nuestro lecho de muerte podemos ayudar a alguien, sanarle el cuerpo y el alma.

Tal vez nuestro destino es ese, ser una balsa, o mejor, un oasis en el camino. Sí, realmente, eso somos. Porque muchos vienen a beber de nuestras aguas, se sacian de nosotros, pero su fin no somos nosotros. Su destino está en cruzar el desierto, ir de un lado a otro. Con nosotros reponen fuerzas, pero no pueden quedarse a nuestro lado para siempre porque morirán. Simplemente les refrescamos, les bañamos, les hacemos sentir mejor por un rato, les damos un poco de agua en medio de tanta sed. Pero hay, más allá del desierto de su vida, otro lugar con agua abundante y una comida que no acaba.

Y esto de qué salía, se preguntarán alguno de ustedes. Nada, alguien hablando como siempre de castillos en el aire, por no decir florecitas de jardín, pero que nunca ha estado cuando pudo estar. O que siempre encontró una excusa. Como si todos no tuviéramos un tiempo limitado. Y no pido recompensa por lo hecho, a ver si se entiende. Pido sinceridad, pido el decir "mirá, ahora estoy bien, no quiero problemas tuyos". Y punto.

Porque uno es humano, uno busca, a veces, un hombro donde asentar la cabeza. Pero bueno, Jesús mismo dice: "El Hijo del Hombre no tiene donde reposar la cabeza". ¡Qué nos queda a nosotros!

Pero bueno, las cosas son así. Esto es un camino de solitarios. Hay que entenderlo. Aunque duela. Aunque cueste.
Porque todo esto no significará que aún esa misma persona, mañana se acerca con otros problemas, y uno le escuchará "como un boludo", como diría la gente, atentamente. Y se preocupe e intente echarle una mano.

A lo mejor todo sería mejor si uno no se molestara por nadie. Pero iría contra la naturaleza propia, y hay que bancársela.

Esto me hace acordar un relato que alguna vez prefiguré y escribí a medias: uno era un perro abandonado. Algunas veces, uno se sentía, porque lo era, el rey de la cuadra. Pero eso no quitaba que uno era un perro de la calle, y que todas las personas se lo hacían saber, tirándole piedras o tiros a las costillas. Lo divertido era que a veces eran las mismas personas a las cuales uno, como perro caballero que era, les protegía de otros perros cuando vagabundeaban por esa zona de perros abandonados. Y uno a veces se entusiasmaba con la calidez de tal o cual persona, pero eso no quitaba que en cuanto uno quitaba un pie del basurero inmundo que era su mundo, esa persona se lo tratara de sacar de encima de todas las maneras posibles.

Esto quiere decir, si las personas te necesitan, te encuentran a cualquier hora. Si no te necesitan, andáte a la mierda y no me jodas puede ser lo más humano con que nos encontremos.

Y uno insiste, pero ambas imágenes son correctas. Uno es lo que somos, otro es como nos hacen sentir.

Y nada, que esta descarga llega a su fin. Hasta la próxima.

 

2 comentarios:

Juan Manuel dijo...

Hola!!!
Muy bueno el post. Te leo siempre, no cambies nunca!! jajaja!!

Bueno, respecto a la gente garca que aparece solo cuando precisa algo, ¿que se puede decir?
Hay todo tipo de personas. Lastima que las buenas sean tan difícil de encontrar.

Respecto a los que decis que no te escuchan cuando vos tenes algo que contar, ya te dije:
Hay gente que no se compenetra mucho en los problemas de los otros, y personas que ponen su mejor buena voluntad, pero no saben dar consuelo o apoyo.
O lo que nos dicen no nos sirve.

A mi también me es grato poder ser de ayuda a la gente que aprecio.
Lo bueno de odiar a casi todo el mundo es que no me consume mucho tiempo. jajaja!!
Y me da mucha satisfacción cuando puedo encontrar apoyo en las personas queridas. Lo malo es que como odio a casi todo el mundo no tengo muchos en quien apoyarme. :(

Eso de que uno vive para sufrir; yo me siento así. Pero no debería ser asi. Creo que hay personas "normales" que si bien su vida no es todo felicidad, o todo le resulta facil; pueden vivir con cierto buen nivel de bienestar, que con esfuerzo logran conseguir lo que buscan, y que los problemas no se les hacen eternos.

Hasta luego Luis!!
Hablando de amistades, el codigo de verificación es: amings. Suena a amigos, no?

Luis dijo...

Querido amigo (y ya que estamos, gracias por inspirar estas palabras ;):

Yo creo que he encontrado alguna buena persona. De ella hablo en el post anterior. Sin embargo, uno debe saber que la otra persona puede fallar porque uno (yo lo hice más veces de las que quisiera, y sé que el arrepentimiento poco importa) ha fallado demasiadas veces a personas que depositaban toda su confianza en uno. Y uno de esa experiencia saca que uno puede fallar aún sin querer hacerlo, simplemente por eso que decía San Pablo: "Obro el mal que no quiero y no el bien que deseo". La carne es débil.

Lo de las personas que ponen su mejor buena voluntad, pero no saben dar consuelo o apoyo, me parece una frase reveladora. Este post se justifica sólo por esa frase.

Ayer hablaba con alguien de "personas normales". Quisiera saber quienes son esas personas normales. Cuáles son esos signos de normalidad. A lo mejor por su caparazón tratan de confundirse, de ser parte de una masa sin pensamiento propio. Pero todos tienen sus ideas sobre las cosas. El chiste es que algunos deciden no hacer caso a sus escrúpulos. O... mejor no seguir, porque eso solo puede dar para un libro, no solo para un humilde blog.

¡Y qué alegría verte! Abrazo grande, y gracias por la visita :)