domingo, enero 04, 2009

Y SOBRE OTRAS COSAS


Para alguien que cree profundamente en la existencia del demonio (no soy el único, Tolkien también lo hacía y, extrañamente o no, lo vemos casi en las mismas cosas), me ha tocado toparme con varios casos de "payé" (no sé qué significa en guaraní esta palabra, pero me supongo que una traducción adecuada es "brujería", aunque esconden esta palabreja tras ritos umbanda, macumba, tutumba tutumba y cosas de ese estilo).

Uno fue el caso de uno de los hijos de la pareja que vive en casa en Corrientes, adonde estuve (estoy mientras escribo esto en un locutorio en la Costanera, que está preciosa, más con el fresco que hace luego de una lluvia de todo el día, y una ventolina que vuela los quinchos de algunos señores) de vacaciones. Es un pendejo que cualquier cosa que ve en el suelo la tiene que levantar, agarrar, tocar. Es una manía que sus padres no le han frenado y él lo hace todo el tiempo. Ni contar estos días que cada vez que salía con la madre, coleccionaba de las calles y veredas los restos de cohetes que se han tirado en las fiestas de Navidad y Año Nuevo (sobre todo la primera, en ésta última no sé donde se metieron todos pero el caso es que la ciudad estaba desierta).

Tomó una bolsita que había tirado dentro de la casa. Desde ese momento, el niño comenzó a soñar con monstruos que no le dejaban dormir, se despertaba gritando. Luego veía cosas que nadie veía. Los médicos no sabían qué era.
Fue con un sacerdote, que le dijo que "no era una enfermedad de Dios". Le dio la Unción de los Enfermos, poniéndole el sagrado óleo en la cabeza, y desde entonces dejó de soñar con esas cosas y de ver cosas estando despierto. Pero le tiene aversión a los sapos, porque uno de los monstruos que veía tenía forma de sapo.

Esto lo tomé como simple sugestión, probablemente inducida por alguien, que en la mente de un chico de cuatro años puede generar cualquier cosa.

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El asunto viene con una especie de tío político. Andaba metido con una chica a la que dejó por su esposa (en fin...). Una mañana se levanta y ve unas bolsitas con pelos y cosas así en la puerta de entrada de su casa. Lo toma y lo tira lejos, pero dice que "sintió algo".
Como a los tres días, una roncha se le hizo en sus pies y en los brazos, que le ardían y le traían pus. Fue a un médico, que le dio unas pomadas, pero no hacían efecto. El facultativo no sabía a qué venía eso ni cómo había crecido tan rápido.
Al final, este hombre fue al cura del pueblo, que le bendijo y la enfermedad paró de crecer, pero seguía en las zonas donde estaba. El cura le recomendó una vidente, que le dijo que la madre de la chica que él había dejado (todo esto sin conocerle) le había hecho una brujería. Entonces le dijo que dejara los remedios y confiara en ella. Le dio otras indicaciones y la enfermedad empezó a retroceder.
Algo jodido también sufrió su esposa, y también fue curada por esta mujer. Creer o reventar.


Como un antiguo obispo francés que vivió en Canadá cuando era una colonia francesa invadida por ingleses, creo en el poder del demonio, más que nada por lo que el hombre mismo le deja actuar, y en su poder de seducir sobre el contro del cosas que están vedadas a los hombres, por lo menos hasta que alcance el conocimiento para manipularlas. Creo en las cosas que él obra, mediante la libertad del hombre de optar por el mal.

No sé si quería hablar específicamente de esto, pero era un tema que quería hablar con alguien que no encontré, aquí en Corrientes. Pero me encontré con ésto, y quienes creemos en Dios, entendemos que las cosas no suceden de casualidad. Y bueno, descargo mi no-charla fastidiando al resto del planeta, jajajaja.

Dejando de lado tema tan alegre, si hay alguna consecución para el tema, será anécdota de la próxima vez que venga. El domingo (mientras ustedes lean esto) estaré en un lindo viaje hasta Buenos Aires. Que les vaya a todos bien. Y espero que hayan pasado lindo el fin de año.

Diana, Dosto, les respondo sus amables comentarios cuando vuelva que ya se hizo tarde y sospecho que volveré a casa en un remise, jajaja...

Saludo grande, y cuídense mucho.

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