Hubo un mundo con vos y otro sin ti.
Ignoro si entenderás las palabras (porque sé que las leerás) pero hay por allí un suspiro perdido que huele a mares y a sueños que simulan estar al alcance de la mano.
Pero vano es el sueño, vana la esperanza. No estás, aunque yo estoy.
Y sin embargo... no me pone triste, tampoco alegre.
Es lo que es. Y en la armonía en que uno se encuentra con el mundo, sabiendo que yo sólo puedo obrar en mí y en mi efecto en los demás, está bien.
Ni el mundo, ni ninguna persona aparte de mí, descansa sobre mis hombros. Todos construimos nuestro propio camino.
Y, repitiendo la frase de un gato que cantaban Cuti y Roberto Carabajal, hay caminos se vuelven paralelos, y nunca se encuentran; y otros que a lo mejor en algún punto están separados por kilómetros de distancia, cada cual por su lado, pero que, en su trayecto, alguna vez se cruzan. Uno espera de éstos, pero no es extraño que resulte de los otros.
Pero tampoco (yo soy yo) puedo entregarme a esa gran frase, tan sabia y profunda, que cantaba el Indio Solari, acerca de que "si no hay amor, que no haya nada entonces". ¡Evita tantos problemas!
Creo que uno siempre puede obrar algo por alguien aunque no suceda lo que uno espera o ansía. Puede también ser una especie de sino, de piedra que se cuelga uno, pero no me sentiría yo mismo si obrara según lo que la razón indica.
Y si en verdad puedo hacer algo que le sirva al otro... no hay, sinceramente, recompensa mayor que ver que lo que uno hizo desinteresadamente rinde buen fruto.
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