miércoles, febrero 20, 2008

CIUDAD ARRASADA


Tuve una serie de días bastante agitados, laboralmente, en la facultad, y ahora se agregaron en casa. Bueno, o escribo algo, o exploto.

Algo que sale como usualmente sale casi todo lo que escribo, de un tirón, sin repetir, sin soplar, y sin tener idea de qué escribir, jajajaja...

Saludos a todos :)


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- No hay nada.
- Uf. ¿Tan rápido?
- Suele pasar.
Damián era difícil de convencer, y ya estaba cansada. Me dolía la espalda y me sentía aturdida. El humo del incendio casi me había sofocado y ahora, veinticuatro horas después, aún me ahogaba cuando hacía mucho esfuerzo.
- No estoy tan convencido de que no haya nada.
Damián bajó al pozo y hurgó un poco entre los escombros. Al rato, dijo con voz fuerte:
- Mirá. Una piel de demonio. Han estado acá.
A mí me dio mucha extrañeza, a decir verdad.
- ¿Una piel de demonio? ¿Pudo atravesar la barrera mística?
- A lo mejor no fue él. A lo mejor fue un humano colaboracionista. Son los que intentan sobrevivir en este mundo, y entregan a los de su especie para sobrevivir.
Pensé un rato y me pregunté si no sería el joven que vino a traerme la leche en la mañana. Fue el único humano, aparte de Damián, que entró en la casa. Pero parecía tan inocente... Bueno, su rostro, el rostro de cualquiera, siempre me confunde. ¡Soy tan confiada! Pero bueno, nací así y así voy a morir.
Pero últimamente, una duda mayor me asaltaba. ¿Y si era Damián? Él me había salvado, sin él sé que no estaría viva, pero tenía esos poderes tan extraños. Es cierto, algo se quebró en el equilibrio del mundo, y quién más, quién menos, todos los humanos desarrollamos algún poder latente u otorgado por algún ser superior.
Pero era raro, y para mí, novedoso, el número de poderes, y la calidad de los mismos. Es cierto, conocí a alguno que tenía dos, y alguno más raro con tres poderes, pero muchos de ellos eran puramente mentales (telepatía, telequinesis en grado 1 o 2, cierto poder de persuasión) pero él podía saltar a grandes alturas casi como levitando, porque tenía una fuerza casi normal, y podía penetrar en las mentes de los demonios, y matarlos si cuando los tocaba lograba emitir una extraña luz roja de sus manos.
Quizá tenía más, quizá escondía algo, pero ningún otro humano conocido podía matar demonios. Y, sinceramente, tal vez estoy equivocada, pero creo, razono a veces, me cuestiono a veces, mejor, que sólo uno de los suyos podría hacerlo. Como que los iguales se matan entre los iguales. El resto... a veces podemos herirlos, con grandes maquinarias podemos aplastarlos y desmenuzarlos, pero lo más efectivo son las fórmulas místicas, lo que hemos aprendido de las Crónicas de la Primera Invasión, las medidas efectivas que lograron expulsar a los demonios de este planeta hace miles de años, cuando esto era suyo, suyo como territorio conquistado, digo, pero una raza inferior pero en contacto con seres superiores, aprendieron una serie de conjuros y fueron provistos de armas mágicas para asesinar demonios y cerrar las compuertas de su mundo a éste. En esa época, algunos dejaron escritos en tablillas y en pergaminos, en lenguas ya olvidadas, con símbolos, algunos complejos, algunos fácilmente reconocibles, que fueron traducidos por sacerdotes cisterpinos y bataclanes en el año 800 D.C.
Bueno, aquí es donde mi razonamiento (porque de tanto pensar, una misma se da cuenta de las cosas raras que piensa) si hicimos juntos un conjuro antidemonios, él, si lo fuera, no podría entrar ni pasar. Bueno, no era demonio. ¿Qué era? Con todo esto, aún no estaba convencida que era humano.
- Diana. ¿Qué pasó?
Alexia me sorprendió mientras miraba adentro. Alexia era tal vez la persona que más amaba, luego de mi hija. Nos dimos un largo beso y nos abrazamos también un largo rato. Ella me contenía cuando creía caer. Y me amaba como nunca otra mujer me había amado.
- Un incendio, parece, provocado como reacción a la presencia de un demonio. Con Damián hicimos un conjuro de fuego, por si un demonio lograba pasar la protección externa. Y ahora encontró piel de demonio entre el fuego. Increíble que lo que sea su hábitat natural los mate.
Alexia me tomó de la cara y me dijo que no me preocupara. Que por lo menos, mi hija y yo estábamos bien. Y eso también debo agradecérselo a Damián, dado que yo estaba en una misión cuando ocurrió el incendio. En cuanto sentí el llamado mental de mi hija, me teletransporté a la casa, pero no estaba preparada para aparecer en medio de un incendio voraz, y quise tomar a mi hija y salir, pero el calor, el humo, las llamas, me ahogaron, y casi me desmayé. Allí Damián apareció, y sabiendo que no podía salvar a las dos a la vez, tomó a mi hija, que es chica, y saltando por la ventana, logró ponerla a salvo. A mí, tuvo que entrar y sacarme por la escalera, dado que aunque soy delgada, como dije, él tiene una fuerza normal y no podía jugarse a tirarse desde tan alto al suelo sin que me pasara algo.
Pero bueno, a pesar de todo, pudo sacarme, y salvar a mi hija. Así que no podía quejarme tanto contra él tampoco. Aunque, ya lo digo, algo no me cierra. Y si algo no me convence, no me convence. Con todo, tenía un problema más próximo. ¿Dónde pararíamos ahora?

Continuará... ;)

2 comentarios:

Asokita dijo...

Buena presentación de personajes :)

Vaya, sabes que vas a tener que continuarla, ¿no? Al menos, yo voy a estar ahí (en plan demonio) dándote la murga para que me cuentes el final :P

Luis dijo...

jajajaja... Bueno, siempre es muy bueno, tener fieles seguidores (supongo, mientras haya nivel en lo que se escribe, espero :D)...

Eso fue fruto de una semana en la que estaba poniéndome en colores... Ahora sigo igual de cargado, pero han pasado otras cosas, y entonces vaya uno a saber cómo sigue la cosa...

Igual tengo pensado algo para una segunda entrega, no la estiraré demasiado tampoco, tras que ando escribiendo un cuento largo para entretenerme en casa.

Besos mil, amiga, y que andes bien