miércoles, enero 23, 2008

LA FALSA OPCIÓN DE “ESCUCHAR A LA GENTE” (I)

En ciertos círculos (periodísticos) y de ahí a la gente que vive pendiente de lo que se habla en los MCS y los creen infalibles y verídicos (más o menos como que tu vereda no existe si no sale en televisión), se ha colado, desde hace tiempo, esa estupidez de “escuchar a la gente”, como si la gente, por el simple hecho de ser en sí o ser consideradas "la mayoría" supiera algo que la gente que gobierna no, o fuera poseedora de algún tipo de conocimiento sobrenatural o más profundo.

La gente, por no decir los que viven en las ciudades populosas -los que viven en ciudades poco numerosas, para los medios, ni siquiera son gente, salvo que haya que buscar violadores o secuestradores o delincuentes o la peor laya que exista-, ya que esta consigna viene acompañada de (para el político al cual se estén refiriendo en ese momento) "que se baje del auto con guardaespaldas y viaje en bondi, en subte, en tren”, puede tener reclamos muy válidos y valiosos, pero hay algo que es claro: salvo algunos que miran un poco más allá del vidrio de la ventana de su casa, la mayoría plantea, piensa la realidad como una totalidad que parte de la propia experiencia y, por obra de magia, la convierte en universal. Es decir, mi problema es “el problema de todos”.

El chiste de por qué es una falsa opción (algo es falso desde el mismo momento en que no es válido la totalidad de las veces), viene dado por el hecho de que usualmente, lo que se pide, es lo que vale desde la comodidad o incomodidad que un hecho determinado retumbe en la vida personal de cada una de las personas que integran eso que el colectivo (o circo) periodístico, llama “gente”.
O los espejitos de colores, que a "la gente" le encanta comprar.


MIREMOS UN POCO LA SABIDURÍA DE "LA GENTE"

Por caso, el gobierno de Macri tiene algunas aristas interesantes en este punto.

Tomemos el caso de los despidos a mansalva producidos apenas asumió el gobierno. Y aunque podría dar una mirada desde adentro, prefiero poner una mirada desde afuera.

Por ejemplo, quejas en la atención. Es vox populi que la atención en las oficinas públicas (desde bancos hasta entidades como Rentas) es mala. Ok. De acuerdo. Entonces comparemos primero con los privados: ¿su atención es “excelente”? ¿No les pasa, en verdad, que en los entes privados es más difícil hacer reclamos, si se los hace, siempre tienen una excusa para no tomarlos, si los toman, no resulta que “misteriosamente” el reclamo cambia mientras pasa de un sector a otro? Yo lo sé, cuando reclamé el por qué no me había enviado la Obra Social la factura del mes de noviembre: el muchacho que me atendió dijo que iba a poner un reclamo a Facturación para saber por que no emitió la boleta. Cuando llamo tres días después, y me atiende una joven, el reclamo se había transformado en una consulta al Correo Argentino de por qué no habían enviado la factura a mi domicilio. Y de allí le contestaron: “¿Cómo vamos a enviar algo que no tenemos?”. Recién entonces, en mi segunda llamada, se envió la consulta a Facturación.

Podríamos ser más ácidos si habláramos del famoso corralito, y lo que vino después. Pero eso me lo guardo para lo que opinaré después.

¿Y los bancos privados? Como conversábamos con un amigo, desde que los reformaron, le sacaron bancos, de modo que, si hay gente mayor haciendo cola, embarazadas, discapacitados, no tienen dónde sentarse, y encima, no te atienden enseguida, sino que podés comerte entre 40' y 2 hs. de cola. Y sin baños. Y son de atención al público.

O las empresas privadas de telefonía celular. Un pseudo paraíso para que entres, un infierno a la n para que te den de baja la línea. Si se dignan atenderte.

Después, el volumen de gente con que se trabaja. En Rentas, por suponer, hay entre empresas, particulares, organismos de gobierno, etc., tranquilamente un millón de inscriptos. Ninguna empresa privada maneja ese volumen de gente. Y atienden mal con el 1% o 2% de ese número.
"La gente" se pregunta por qué siempre los cajeros están sellando, cuando tendrían que estar atendiendo gente. Bueno, a eso se le llama “sobrecarga de trabajo”, y cualquiera que haya estudiado Recursos Humanos, sabrá que probablemente, esas personas estarán haciendo tareas que no son las que tienen delegadas en los atributos del puesto, sino que les han dado para hacer más de lo que deberían.

Es obvio que falta personal allí. No invalida que haya gente que cobra y no trabaje, y que probablemente le de parte de lo suyo al político que le puso allí, pero bueno... ¡ESO SERÍA LO QUE HABRÍA QUE DETECTAR EN PRIMER LUGAR!, no echar como si fueran desperdicios a la gente que hace que la administración pública, mal que mal, funcione. Porque muchos saben que los contratados son quienes más laburan. Y que buena parte de quienes están en planta permanente, son los que “tributan” a los politicastros de turno.

Entonces, cuando la gente pide “que los echen a todos”, está enfocando mal las cosas, porque precisamente, echando a la gente que labura, se busca producir un vacío en lugares esenciales del gobierno. ¿Y qué se hará con esos servicios que ahora no se prestarán? Lo más fácil, parte de lo que vino a hacer el hijo del empresario que dejó una huella en el estado argentino Franco Macri (recuerden la concesión del Correo Argentino), de manos de su amigo Carlos Menem: privatizar. Sí, así luego esos servicios pasarán a ser subsidiados por ser parte de la administración pública, y de esta manera, una manera “legal” de vaciar las arcas del Estado. Seguro entonces se dirá desde los medios que la atención ahora es “excelente, brillante, nunca vista”, pero será porque responderá a los intereses de quienes lucran, y han lucrado, con el dinero que la “gente” paga en impuestos.

No les extrañe, tampoco. ¿Recuerdan el clásico del riojano “Ramal que para, ramal que cierra” (cuando los trabajadores hacían huelga por las pésimas condiciones de trabajo que tenían, y no solo por los malos sueldos, sino por el trabajo riesgoso)?
Ahí también, “la gente” aplaudió. Así se privatizaron las líneas ferroviarias, las provincias que vivían de quienes las visitaban, que usaban el tren para vender sus productos, hoy están compuestas de pueblos fantasmas, donde la gente se muere de hambre y en donde quienes han podido, han emigrado a las grandes ciudades en busca de trabajo y comida, y probablemente vivan en las villas miserias dado que el grado de “sensibilidad” de la “gente” es nulo, cuando no piden que les prendan fuego a todos los pobres (insisto, lean en algunas notas sociales lo que dicen algunos exacerbados, cuando salen en La Nacion artículos sobre gente que vive en la calle, o que mendiga porque, ya sabemos muchos, si sos negro y pobre ninguno de los colegas del Ing. Macri (léase, empresarios) te va a tomar, así seas el tipo más inteligente y listo en tu profesión, si te han dejado estudiar, y entonces, otra no queda, más que confiar en la bondad de “la gente”.
Y así (volvemos con el tema de trenes) hoy “la gente” se queja de que los trenes no funcionan. Fueron los mismos ... que dijeron “aguante, Menem, usted hace lo que tiene que hacer”, como ahora le soban el lomo a Macri y le dicen “aguante, ingeniero, siga así, que no quede ningún empleado público en el Estado”.
Cuando las consecuencias de estas cosas se noten, esos mismos ... serán los primeros que gritarán que todas las oficinas públicas privatizadas vuelvan al Estado.

Y bueno, en mi opinión, ¿qué tendría que haberse hecho?

Lo que haría un ingeniero en Sistemas. Reconocer el lugar, relevarlo, detallar tareas, funciones, personal ocioso, personal trabajando, recursos disponibles, uso de los mismos, fallas y aciertos, hacer auditorías de personal y auditorías informáticas, etc.

Obvio, no sería una tarea de quince días, y seguro no sería efectista, pero sí sería eficaz y eficiente, porque se premiaría al que trabaja, y se dejaría al que no hace nada, o hace poco, o no quiere hacer. Y podría tomar un año, supongamos, pero el resultado de trabajar a conciencia, perduraría por mucho tiempo.

Pero claro, vende más salir en los diarios, y MENTIR diciendo que se despidieron a 2400 ñoquis. Lo que pasa es que los verdaderos ñoquis, están arriba, en sueldos altos, en planta permanente, y es más fácil decir aquello que buscar la verdad, tal vez porque ya se la conoce y entonces, como no es conveniente ventilarla, es mejor recurrir a lo fácil, agarrársela con el indefenso.

Continúa...

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