viernes, febrero 06, 2009

EL SHALAD - Visiones del futuro


Mezcla de sueños con ideas preexistentes... Ganas de escribir sobre algo, y salió esto, que no era lo deseado. Delirio, esperemos... Y el mito de El-Shalad, que sigue vigente en mis ideas, aunque es la primera vez desde hace años que escribo algo tan largo que le implique

Aunque soy El-Shalad, no siempre sé usar mis poderes. O no tienen la fuerza que se necesita. Porque estoy demasiado agobiado por el dolor, que me inmoviliza. Mis pensamientos se trastocan. Pero a veces sí puedo usarlos a discreción.
En este caso y por alguna razón, estoy en el año 2020. El mundo no es lo que era. Argentina tampoco. En el 2009 hubo graves enfrentamientos en toda la región pampeana del país, la más rica en términos de producción y consumo, por situaciones de pobreza extremas, alentadas por algunos de los caciques que siempre están al borde de la ley y que han estado siempre detrás de todos los hechos delictivos, amparados en los cargos para los cuales habían sido elegidos. Bueno, les fue mal, porque muchos políticos y empresarios fueron cazados como ratas y los masacraron, o les prendieron fuego cual si quemaran a una bruja. Esa rebelión sentó precedente, y pronto todo el país estuvo en llamas, y lo mismo algunos de nuestros países vecinos más pobres.

La manera de conducirse es como si fueran tribus, y hay ciertas leyes precarias. De algún modo, pudiendo haber impedido todo, he mirado al futuro, porque en mi mente puedo unir todos los hechos de todos los destinos individuales y colectivos y darles un correlato en el tiempo venidero, y he entendido que dejando que estas cosas pasaran era el único modo que este lugar obtuviera algún tipo de paz, que alcanzara una cierta equidad el país, quienes lo habitan.
Pero no hubiera pasado si en el 2011 no se hubiera desatado una confrontación mundial. Sea por lo que fuera -porque en el tiempo que sucedan, nadie debe saber cuáles son los hechos que desencadenan el horror, y aunque yo lo haya visto, no lo diré- lo cierto es que las grandes potencias del primer mundo y otras del tercer mundo, entran en una guerra que deja varios miles de millones de muertos. Y los líderes mundiales son acribillados. Vastas zonas de Europa, América del Norte, Brasil, Asia, están arrasadas, tierras devastadas por radiación, polvo que son restos de cadáveres humeantes.

Voy a una especie de refugio que construí bajo tierra. Podría haberla creado en el espacio, en la luna, en un planeta ubicado a millones de años luz de la Tierra, pero no quería que algunos de ellos supieran quién soy. En España, en Italia, en Rusia, porque conocía a chicos de la facultad que habían vuelto a su país cuando estalló la guerra, les hice una especie de cámara estratosférica pero bajo tierra, con aire natural, que creo limpiándola de los restos de radiación que vuelan por la atmósfera y la envaso en tubos para que piensen que provienen de una fábrica de garrafas de aire abandonadas. Tienen habitaciones, sus comodidades, me preguntan cuando podrán salir a la superficie, y les digo que es muy pronto. Podría limpiar toda la tierra, borrar los restos de radiación convirtiéndolas en gotas de lluvia, o atraparla en un manto y mandarla al corazón del sol -donde hace años me había querido suicidar, pero comprobé que no hay nada en el Universo que pueda matarme, tal es mi condena, el no poder morir y ser semitodopoderoso-, pero no lo hago, porque este tiempo será necesario para que ciertos espíritus sean templados.

A veces cuando todos duermen, despierto al o a la único y única que saben mi secreto, y que aunque podría fácilmente borrar de sus memorias todo registro de mí, no lo hago, pues aunque su tiempo en la tierra es ínfimo comparado con el que tendré y ya tuve yo, saber que alguien de alguna manera entiende mi dolor, conoce de él, comprende lo terrible de tener que alimentarme del dolor del universo, de las cosas, de los seres vivientes -y como eso es un proceso que jamás termina, mi fuerza vital alcanza a regiones del universo que muchos ni sueñan con su existencia, y hay veces que tanto dolor acumulado me funde en una tristeza infinita y quisiera acabar el universo-, digo, estas personas son las que me ayudan a mantener la cordura, lo que sea que en mí habite y sea más cercano a la cordura.

Decía que estas personitas a veces salen conmigo, y vamos flotando como adentro de una burbuja detrás de la cual somos invisibles para personas y cosas, y me preguntan cosas, desde cómo estoy a cómo será todo. O cómo ha sido el mundo primitivo. O qué razas extraterrestres existen. “Sólo trece”, les digo, que son las que alcancé a contar. A alguna de ellas le he contado que forzar demasiado mi conocimiento puede transformarme en alguien que he sido y no quiero jamás volver a ser, razón por la cual Dios me anuló y me hizo nacer de nuevo en un cuerpo humano y que crecía y podía morir como humano.
- Espera -suelo decir. Y les hago viajar -a quienes quieren avizorar el porvenir, y he antevisto que dicha visión no alterará mayormente el desarrollo de la humanidad- a un futuro en el año 3000, donde la humanidad luce esplendorosa, aunque no hay desarrollos iguales, porque una parte de la humanidad ha privilegiado la hipertecnología y entonces uno se mueve en un mundo donde lo digital es a su civilización, como la escritura en piedra lo es para nosotros, con las tecnologías de la actualidad.
Y otra parte de la civilización vive en la naturaleza total, donde la misma arquitectura imita o aprovecha la vegetación que se ha desarrollado sobre el suelo que era virgen en cuestión de contaminación radiactiva, y donde como norma principal, la agresión a cualquier ser vivo es sinónimo de condena inmediata. Usualmente el mismo agresor, al darse cuenta del mal cometido, quiere morir, pero las condenas suelen ser a vivir para que se repare el daño cometido contra el ser vivo en cuestión.

En el futuro se enfrentan, yo ya lo he visto, y obviamente, los que tienen mejores armas, ganan. Y esos que han vivido en la completa naturaleza, han aprendido más cosas del interior del hombre de lo que la otra civilización con sus análisis en sus nanomicroscopios. Y no es que tengan poderes, sino que han aprendido las energías que mueven al hombre y mueven al mundo -cosa que sólo veo actualmente en ciertas culturas asiáticas- y si con quienes están dentro de su civilización son complacientes, con sus vecinos no lo son, porque han aprendido que a los hombres que quieren tomar las cosas por la fuerza, sólo pueden ser detenidos por otra mayor, y los exterminan, y cuando acaban con las tropas de elite y sus superarmas, van a sus ciudades y se aseguran de que no quede un solo humano vivo en sus ciudades, de modo que al cabo de unos cien años, esas portentosas ciudades están cubiertas de moho, los cauces de los antiguos ríos derribaron caminos, puentes, edificios inteligentes, ahogaron computadoras, y el verde es parte esencial del paisaje, aunque recień en quinientos años no quedará resto visible de esta parte del planeta.

Pero eso no le digo a estas personas, especialmente a una, porque la conozco y sé que se pondrá muy triste, y entonces solo le digo lo bueno, que alguna vez podrá ver salir el sol por el horizonte y que su rostro será un poco menos pálido, como una broma. Y ella me abraza y me dice que quisiera poder quitarme ese dolor que me consume y me alimenta, pero yo le digo que las cosas están bien así, porque realmente quiero padecer esto yo antes que aquellos a quienes amé y amo y amaré.

Y es después de esto que mi tristeza es mayor, porque siento injusto ser quien soy, un delicado equilibrio puesto por Dios por alguna razón, que yo usualmente veo como una condena, y me voy a alguna galaxia deshabitada, y allí lloro por horas, en la más perfecta soledad que pueda imaginar. A veces me pregunto qué hubiera sido de mí si no me hubiera suicidado, si ese acto que pretendía que fuera el último y que terminó resultando en la puerta abierta para una vida inmortal y terrible, no hubiese sucedido.

No puedo saberlo, obvio. Pasó cuando tenía que pasar, o adonde mi tristeza y mi pena me llevaron, alguien que siempre trató de hacer el bien pero era vejado por todos los que conocía, desde sus padres hasta sus maestros hasta sus supuestos amigos. Salvo unos pocos, pero que no dejaba acercar porque desconfiaba de ellos como el perro luego de recibir una tunda con un garrote, desconfía de todo lo que asuma forma de palo, así sea la pata de una mesa de madera.

Y usualmente, vaya paradoja, concluyo que es bueno que en el fondo, mi soledad sea tan terrible que estos lugares donde los seres vivos más cercanos no llegarían ni en mil vidas a posar sus pies en él, verdaderos páramos, fácilmente comparable con lo que parte de la Tierra es ahora, a mí me parezcan un vergel, un lugar donde estar a gusto conmigo mismo, luego de un tiempo.

Porque esa misma soledad me aleja de los seres humanos. Aquello que yo en parte soy y he sido en forma total. Porque ¿qué tal si la excesiva compañía resultara en una decepción de muerte? ¿Si en un segundo decidiera acabar con toda la vida en el planeta? Ya Dios me había parado, como dije, pero ¿lo haría nuevamente? Mejor el padecer este no encuentro con todos, esta casi obligación de encerrarme en mí mismo, porque mi poder puede ser incontrolable. Alguna vez lo fue. Y lo peor es que aún no he aprendido a transformar ese dolor que me alimenta en algo positivo.

Mientras aprendo cómo hacerlo, un planeta sin oxígeno ni atmósfera es un lugar ideal para estar, dado que creo una burbuja de aire que me alimenta continuamente, metido en ella. Y así los días pasan, y la vida transcurre, en otro lado, pero transcurre. Y mis amigos, o esa gente que amo, está bien. Y de alguna manera patética y desencantada, alcanza para hacerme levemente feliz.


 

1 comentario:

Diana entrebrochasypaletas dijo...

Me fascina cuando escribes cositas así porque mezclas lo que se siente con el entorno, no sólo a nivel paisajístico sino de manera social, hasta llegar a un futuro (si corren poco los años tu haces que vayan a más velocidad xDDD). Creo que mi refugio lo hubiera hecho en la luna ^_^ me ha gustao mucho más esa opción. Escondes momentos Matrix con el borrado de memoria, también de poder, de mucho poder... después la soledad necesaria o forzada... pero que no es bueno aislarse en una cúpula-cápsula... espero que pronto regrese de su "kit kat".

Un besote :)