miércoles, marzo 25, 2009

UNA HISTORIA DE AMOR QUE NO HARÁ ESCUELA (II)


En un lado, de otro. No acierta a saber donde ubicarse.
No hay contradicciones en él, porque ellas son él. Le definen. Y ella.
Ella sabe qué quiere, mira por dónde va, tiene un futuro asegurado, el que le proporciona su propio esfuerzo.
Él la mira y la ve tan distinta, tan aplomada, tan firme, que no puede menos que enamorarse, por contrapuestos, de ella. Pero amándola, la endiosa también, porque esa misma diferencia la hace inalcanzable.
Aunque sueña, sabe que ella nunca lo amará. Tan distintos son.
Curioso destino al que se entrega, mansamente, sin pensarlo, sin quererlo, inocente, estúpidamente feliz.

En un futuro no muy lejano renegará de su amor, de haberla querido, por causa de esas extrañas circunstancias que acontecen a los humanos, que ciertas cosas que parecen imposibles, suceden. Y ella le dirá todo lo que piensa, largará los disgustos que la forma de ser de él le ocasionaba, su inseguridad, sus dudas, que aunque nunca dudaron de ella, siempre dudaron de la relación en sí, nunca se transformó en una apuesta cierta.
Y él se resentirá, y dirá que ella le engañó, y que todo fue siempre una mentira, y que tuvo razón en no creer en la relación porque esta no existía. Que ella siempre pensó en otros, que siempre comparaba con novios anteriores o futuros, y que eso invalidaba cualquier cosa que pudiera ella decir a favor de ellos dos como pareja.

Y algo que como milagro aconteció, se derrumbará, dejándolos tristes a ambos, con distintos tipos de rencores, ella sabiendo que su carrera y su vida es lo que más importa, y que las personas siempre serán pasajeras, porque como dice el dicho, si algo quiere uno que salga bien, debe hacerlo uno mismo, y en una relación eso es imposible, porque depende de los dos, se quiera o no.
Y él dirá que todos lo han engañado, y que apostar al amor es de tontos, y creerá aún menos en él, y se encerrará en sí mismo, y cada vez menos se relacionará con nadie.

Y así, de un hecho que pudo haber iluminado la vida de ambos, por orgullo y estupideces propias, se perderá para siempre, y en lugar de ser un faro que les ilumine de aquí en adelante, sólo quedará el recuerdo de un sendero doloroso y oscuro, que nunca se volverá a transitar.

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