viernes, diciembre 05, 2008

FIESTAS, REUNIONES Y CENAS


Como siempre sucede en esta época, hay cenas, encuentros, fiestas y la mar en coche...

Usualmente, salvo excepciones, salvo con gente que tenemos ciertos intereses en común, siempre tiendo a sentirme como sapo de otro pozo. Bueno, en otros lugares más que en otros.

En este, por ejemplo, cena de fin de año con compañeros de trabajo, con la mayoría hace años que nos vemos, y hay una cierta confraternidad. Pero eso no quita que la mayoría tiene gustos que no son los míos. Además, tenía esta maldita herida en el pie que me limitaba los movimientos y eso, no me hartaba, pero me molestaba bastante, no por el dolor, sino en cuanto a fastidio de ánimo. Además, el no poder tomar ni un trago de alcohol gracias a la puta medicación que tomo, ni poder fumarme un faso con los amigos, como antes.

Pero siempre hay un punto, digo, en el cual parece que vivo en un mundo paralelo al de otros. No siempre es así. En reuniones con compañeros de la facultad, con otra gente que como yo, tenemos esa cosa medio absurda llamada "perfil tecnológico", hablamos de cosas que nos llaman la atención a todos y boludeamos largo rato. Así podemos pasarnos horas y terminar bailando y jugando al pool y todo bien. Tampoco reniego de los encuentros entre cuatro o cinco amigos, donde hay pura charla.

Pero ignoro qué, de otros mundos, hace que me sienta tan ajeno. En este lugar, no era el afecto, por supuesto. Hay con gente que nos queremos mucho y no es eso, digamos lo que me distancia. Pero hay algo en cuanto a que estas reuniones son algo ajeno a mí, distante a mí.

Siempre lo he dicho sobre mí mismo: si tuviera que definirme con palabras de otro, serían con las de Herman Hesse cuando definió a su Lobo Estepario.

Pero lo mejor son los hechos. Cuando recién salí de ahí, el solo hecho de estar en la calle, solo, me sentó bien. Ahí ya era yo. Lejos del bullicio. Lejos de algo que no alcanzo a entender. Porque no es que me moleste algo, sino que simplemente (además, limitado en mis movimientos, lo cual jode y no saben cuánto) uno era como espectador de algo que pasa afuera. O mejor, como si yo estuviera afuera y mirara a través de una gran ventana lo que sucede dentro de una casa donde todo es alegría.

Hay otros puntos, pero no los tocaré aquí. Lo único que me jodió realmente fue eso, el estar fuera y lejos ya de todos, y sentirme bien. ¡Ay, que horrible es sentirse reconfortado en su soledad!

Lo peor es que no pataleo contra eso, porque en el fondo, es mi lugar. Muchas veces siento que si pudiera tener una casa y una huerta en medio del rincón más perdido del planeta, allí sería feliz. Y lo terrible es que es una idea de años, no de algo de ahora, no de algo que surge por algún desengaño o esperanzas vanas o lo que fuera. Es una herida abierta (como la de mi pie), y en algún punto, siento que esa incapacidad mía, por comodidad, supongo, que me lleva a estar inerte en lugar de acercarme a los otros, es una falla en mí.

Tal vez no sea así. Tal vez necesito de ese espacio para tener una perspectiva distinta a otros.

Quién lo sabe. El caso es que estas cosas que hago soy yo, ahora.

Un saludo y que anden bien.
 

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