domingo, diciembre 07, 2008

DECISIONES

I



El hombre se paró y miró el camino.
La mujer le miró y se acercó.
- Estás en busca de algo -le dijo.
Él asintió.
- ¿Qué?
Metió sus manos en los bolsillos de su gabardina y dijo:
- No qué, quién. Vengo buscando una persona. Una persona que sea capaz de llevar su corazón a la vista de todos, aunque no lo crea posible. Una persona que tal vez sufrirá más de lo que será feliz, pero su recompensa será que, mientras más sufra su corazón, menos sufrirán quienes ella conozca. Esa misión es dura, y no será para cualquiera, porque es un camino de espinas, así que ¿quién tomará ese desafío?
La joven dijo sin titubear:
- ¡Aquí estoy! Envíame donde quieras.
El hombre la miró, y asintió ante su ofrecimiento con amor y tristeza, porque sabía lo que le aguardaba. Pero hasta que todos no entendieran que eran responsables de lo que les sucede a sus compañeros de ruta, había que buscar estas personas especiales para que mostraran la vía a seguir.

 

II



El joven tomaba su café mientras leía el diario. Un momento de descanso ante su tarea.
En eso entró ella, que le vio y le vino a saludar. "Cuánto amo a esta mujer", se dijo él, y no quiso pensar en lo imposible de una relación entre ambos. Con los ojos la acompañó mientras ella se dirigía a una mesa para sentarse a estudiar.
Meditó en las sensaciones que le despertaba. La veía pura, más pura que muchos de los hombres (varones y mujeres) que se creían puros. Era alta, más alta que él, bellísima, o él la veía más bella y más alta por eso que intuía y estaba seguro que habitaba en ella. Abocado en este pensamiento, no se percató de que justo en ese momento, el vicedecano entró en el buffet y lanzó unas bolas que fueron a cada uno de los que se encontraban ahí.
Él entendió, entonces. No sólo tenía malos presentimientos contra este hombre: ahora veía que en verdad, escondía un demonio, su cuerpo era la fachada de un ente maligno. Y también reconoció esas bolas: sin dudas, algún sortilegio poderoso había sido lanzado en algún lugar del mundo, porque esas bolas metálicas capturaban el alma de quienes las tocaban. La mayoría, curiosos, tomaron las bolas que llegaron a sus pies, y enseguida sus almas fueron atrapadas dentro de la esfera.
El joven no miró la que fue para él. Vio, por el contrario, la que iba a la joven que le gustaba a él. Y como nunca, se movió rápidamente. Tomó su esfera, que sabía que no podía afectarlo, y tomó la que iba a ella. Lo hizo sin pensar, pero si hubiera pensado hubiera hecho exactamente lo mismo.
El poder de una esfera podía resistirlo, dos, era su muerte. Cayó a las pies de la joven, que no entendía lo que pasaba pero que, viendo que los que estaban a su alrededor caían al suelo con los ojos vacíos, sabía que él la había salvado de algo peligroso.
Ella no le amaba a él como él la amaba a ella, pero le quería verdaderamente, y se arrodilló y le alzó levemente y le puso su cabeza sobre su rodilla, mientras veía que se le iba la vida.
Pero él sabía algo. Al tomar no sólo su esfera sino la de ella (y parte de ser inmune a su embrujo era saber que él había tomado dos voluntariamente), la había librado de una vez y para siempre de toda influencia demoníaca, porque alguien había dado su vida por salvarla de la influencia del Mal.
Y la miró a los ojos, a esos ojos marrones de los que estaba enamorado, de ese pelo que caía por su rostro y que tantas veces quiso acariciar, a ese llanto que surgía en ella, y supo que ella era una más que digna sucesora de él. Porque nadie podía haberlo sido mejor que ella, y entonces ella era una de las Elegidas. El Mal se había liberado, comenzaba un momento oscuro en la Humanidad, pero ella tenía la fortaleza y la pureza para hacer lo que tenía que hacer. Sabía lo que tenía que hacer, entonces, y aún con algo de tristeza en
Ella mientras tanto, lloraba sin entender qué le había pasado, mientras el vicedecano recogía las esferas con furia rabiosa y previendo un Reino Demoníaco que apagaría los últimos estertores de salvación para los hombres.
- L., no te mueras... Me salvaste, aunque no sé de qué... pero no te mueres, explícame antes que...
Él le tomó las manos y le dijo con esfuerzo y voz temblorosa:
- V., confía... en mí, como... yo, desde hace dos años, confié siempre en ti. A... ahora... te daré un don, y entenderás... todo, y sabrás... qué... hacer... -y oprimió las manos de ella con la suya, y le regaló su Don.
Ella entonces vio una batalla de milenios, desde los primeros hombres que surgieron en la tierra, hasta la actualidad. Vio los rostros verdaderos de los demonios, vio peleas en el Inframundo y en el Supramundo, las que se desarrollaban en la Tierra, vio las que estaban ocurriendo en ese momento, y entendió a qué venían esos sueños extraños, y de algún modo, vio que su encuentro con L. no fue casualidad, y que de un modo u otro... ella debía ser quién debía ser.
En cuanto su visión acabó (vio miles de cosas en segundos) depositó la cabeza de L., que ya estaba muerto, en el suelo. V. se levantó, con una energía nueva, y miró al Vicedecano, que apenas le había prestado atención, abocado como estaba a recoger las almas de los demás.
- Oh, la perra por la que ese imbécil dio la vida, se ha levantado. ¿Estás indignada? No te preocupes, en breve pasará tu indignación, en breve morirás -y se levantó para matarla.
Pero ella se irguió cuán larga era, como una guerrera legendaria, y si L. la hubiera visto hubiera comprobado que en verdad era hermosa. Y en sus ojos marrones ahora había dolor y furia, y de sus manos una chispa de energía surgió:
- No, Maldito entre los Malditos. Tú morirás.
Y aunque el Vicedecano intentó atacarla, ella hizo surgir una luz poderosa de la nada, y el demonio cayó fulminado a sus pies.

Tomó a L. y lo sepultó en un campo consagrado por los Antiguos. No quería que ningún demonio ni humano mancillara su cuerpo. Ahora ella tenía una tarea, y aunque sabía que probablemente su labor sería pagada con la muerte, no tenía miedo. Ésto era ella, una Guerrera, y cumpliría con quién era aunque le costara lo que le tuviera que costar.

2 comentarios:

Diana entrebrochasypaletas dijo...

Quizá el mundo necesitaría más guerreras así, y más personas como L... no todos hacen caso del corazón :*

Luis dijo...

Lo que puede el sueño ;)

Besos y gracias por la visita :-)