jueves, diciembre 25, 2008

FELIZ NAVIDAD


Poco se puede decir, ¿no?

El profeta Ezequiel anunciaba hace mucho tiempo el nacimiento del niño de una virgen. Probablemente, como dicen algunos biblistas, él hablaba de un acontecimiento concreto dentro de sus expectativas de vida. Yo sí creo que, aunque borroso y no pudiendo entenderlo completamente, hablaba de un hecho mucho más allá en el tiempo, y de algo más grande de lo que las palabras en sí significaban (y significan).

Pero la llegada de un niño no es solamente traer un niño y ya está. Implica un compromiso de una familia. Porque un niño sin familia ya nace cogeando de una pata, de algo que le faltará para siempre, más allá de que encuentre otras personas que le acojan y le den afecto.

El nacimiento de este niño exige un compromiso, como digo, de la familia, por cuidarlo, mantenerlo, educarlo, inculcarle una ética y una moral para hacerle un hombre de bien, una ética y una moral que se lleven a cabo en las personas que las predican, y no que sean huecas, como sucede en muchos cristianos laicos y muchos consagrados, que dicen renunciar a los placeres del mundo pero viven sumergidos en ellos y luego se la dan de doctores de ética y moral. Y a los laicos... bueno, veamos los católicos metidos en política, son un buen ejemplo.

Pero más allá de lo que nos cueste criar un niño, un niño es alegría. Es signo de vida. Y tan valiosa es la vida que Dios mismo se hizo hombre. Y esa vida la vivió como un judío religioso y consciente, que cumplía con los preceptos de su fe hasta en lo mínimo, y en su predicamento no eliminó la historia judía, de su fe: le dio significado, le resignificó, lo elevó, y le dio cumplimiento a las viejas promesas repartidas a lo largo de los siglos de existencia de su pueblo.

Muchas veces el nacimiento de Jesús se ve desde la vista de lo que ha hecho, no en vista de lo que hará. Todo niño es promesa de grandes cosas. Todo niño debería ser educado, además, en el culto a la libertad, no al libertinaje, como se dice usualmente. Esa cultura, partida de la decadente cultura europea y norteamericana, es la que tiene al mundo así, haciendo un culto del individualismo, de la soledad, de que el otro me importe un bledo.

Pero con un niño no puede hacerse eso. A un niño debe cuidársele desde su concepción. Con un niño uno debe apartarse de uno mismo para pensar en el otro, en ese ser indefenso y único.

También quienes pasan a nuestro lado pueden ser o son personas indefensas y únicas. Pero no les prestamos atención. Una de las cosas que pediría es que todos aprendiéramos a vernos como necesitados de los demás, y que los demás, sobre todo, necesitan de nosotros, necesitan que le demos una mano.

Y que la luz que brilla sobre el pesebre donde nace Jesús, sea el que nos ilumine y nos lleve a una vida más plena, entregada a los otros, sin importarnos tanto el tener sino el ser mejores personas, conviviendo en armonía con los demás y con la naturaleza toda.

Un saludo grande a todos, y MUY FELIZ NAVIDAD.

1 comentario:

Diana entrebrochasypaletas dijo...

"Y tan valiosa es la vida que Dios mismo se hizo hombre".

Mis mejores deseos Luis :*