viernes, julio 28, 2006

UN AMOR NO CORRESPONDIDO
UNA HISTORIA DE AMOR QUE NO HARÁ ESCUELA

Como decía en el post anterior, estos son cuentos publicados en Ciao! de España. Que los disfruten.

UN AMOR NO CORRESPONDIDO


Como algunas veces, Laura, Víctor, Carlos y yo salimos del trabajo a tomar unas cervezas a un bar cercano.
La noche estaba espléndida, con una leve brisa que aliviaba en algo de la temperatura veraniega que padecemos últimamente en Noviembre en Buenos Aires.
Laura, como siempre, se sienta al lado mío, así puede fumar tranquila. Los otros dos no soportan el humo del cigarrillo, pero como yo también fumo (aunque no tanto como ella) no pasa nada y así transcurrimos la velada.
Con Carlos estamos haciendo bromas acerca de Boca y River, pero Víctor, que al principio se ve animado, lentamente se va callando, y en un momento está totalmente lejos de nosotros. Es decir, su cuerpo, su voz está ahí, pero sus pensamientos están en otro lado.
Le digo un par de cosas y me responde con evasivas. Y finalmente comprendo que hay algo que no cierra. ¿Será...? No, él me había dicho que su "rapto de locura" con Laura había terminado. Pero sus ojos no mienten. Cada vez que la mira, algo que es una mezcla de odio y amor brillan en lo más profundo de él.
Finalmente, nos vamos. Víctor es un amigo a quién quiero mucho, y me duele verlo hecho una piltrafa, pero siento, tal vez certeramente, que está más allá de mis palabras o cualquier tipo de ayuda que pueda darle. Y opto por no decirle cosa alguna.
Mientras vamos caminando con Laura (vivimos cerca) le pregunto si sabe qué le pasa a Víctor. Ella me dice que lo ignora, pero que no es su problema. Supongo que si supiera que él sufre por ella, por su silencio, por su acercarse y alejarse continuamente, aún así diría que no es problema de ella. Tal vez tiene razón.

Cuando a la semana siguiente le veo a Víctor, le pregunto si le está pasando algo con ella, pero me responde que no, aunque en cierto modo me admite que está "ofendido" por las actitudes de ella. Le pregunto si aún no se ha percatado de que ella siempre fue así, y que es difícil que el chancho chifle.
Me dice entonces que el problema es de Laura. "Sí", le respondo, "pero el que anda como un muerto viviente sos vos, no ella".

Hace dos días nos volvimos a encontrar todos. Víctor se había pasado toda la tarde haciendo chistes, pero cuando vamos al bar, nuevamente veo que lentamente se empieza a deprimir, y que está sin estar. Y de un modo oscuro, presiento su deseo de no estar ahí, de no verla reír, de no recordar que alguna vez la amó, de poder estar en un mundo donde ella sea alguien completamente distinta (pero entonces no sería ella, de quién él se enamoró) o que ella fuera como un mito antiguo y olvidado. Para que los demás no le preguntemos qué le pasa, intenta disimular haciendo un par de bromas, pero luego vuelve a hundirse en sí mismo.
Y Laura está ahí, una de las personas que más quiero y a la vez, la persona más inescrutable que conozco, riendo de distintas pavadas, planeando conmigo qué materias vamos a sentarnos a estudiar en diciembre y en febrero, viéndole a Víctor sin verle.

Y así alcanzamos la madrugada, con alguien sintiéndose despedazado, sintiendo que no tiene razones para vivir (me lo admite al día siguiente, cuando vamos a comer al mediodía), esperando un día amanecer y que esa pena (que ya lleva años) no esté más.

UNA HISTORIA DE AMOR QUE NO HARÁ ESCUELA


Cuando te vi por primera vez, tu fragilidad me atrajo, no lo niego. Eras una niña que necesitaba afecto y yo te lo di, o creí dártelo. Pero pronto vi que esa fragilidad, aunque real, no era lo que más brillaba en ti. Eras, además, una chica muy inteligente, muy curiosa, y necesitada profundamente de que se le reconocieran esas virtudes. Y cuando te decía que eras una persona genial, porque realmente lo eras, te sonrojabas y me decías palabras denotando gran estima hacia mí.
Como decía, tu ser delicado me hizo enamorarme. Pero como todo lo que no se funda en verdadero amor, más temprano que tarde lo nuestro empezó a resquebrajarse. Lentamente y sin darnos cuenta, un abismo se fue levantando entre nosotros, un muro infranqueable de tan alto y fuerte que se hacía con el paso del tiempo.
Me percaté, en algún raro instante de lucidez, que lo que antes era motivo de risa, ahora nos incitaba a quedarnos indiferentes, cuando no directamente a experimentar desdén por lo que decíamos o hacíamos. Nos quedábamos largo tiempo en silencio, esperando que el otro hablase. Yo me sentía ofendido, porque pensaba que la culpa de esa distancia tan invisible como palpable era tuya. Supongo que tú habrás pensado que la culpa era mía, si es que alguna vez pensabas en eso.
También sentí que aquella coraza que te protegía cuando te conocí, y que habías bajado cuando más habíamos intimado, ahora se levantaba de nuevo, más poderosa, más letal. Porque alguna vez noté que tenía que hacer algo para salvar nuestra relación, si me importabas, y te pregunté qué te pasaba, una y mil veces. Y vos cerrabas los ojos y me decías que nada, que eras la persona más normal del mundo, y que yo me complicaba pensándote, que el problema de todo estaba en mí y no en ti.
¡Bueno! Ahora medito en si no habrás tenido razón. Tal vez el problema fue intelectualizar tanto nuestra unión, diseccionar cada situación con minucioso fervor, que la llama que pudo haberse encendido, se apagó bajo la fría mirada de mi microscopio mental.
Pero tú tampoco eres inocente. Nunca te jugaste realmente porque esto funcionara. Es más: cuando el cariño que sentía por ti me hacía preguntarte por qué esa tristeza permanente que te aquejaba, o cuando te hacía notar algo en tu comportamiento que veía que te hacía mal, es como que te molestabas sobremanera por eso; hablabas de otro tema o ponías una excusa e ibas a buscar cigarrillos o caramelos.
Hoy ya estás lejos, total y definitivamente. Y eso que nos vemos todos los días, y hasta vivimos bajo el mismo techo y compartimos la misma cama. Pero cada vez que nos abrazamos, cada vez que nos besamos, cada vez que hacemos el amor, siento que no eres la misma persona que conocí, que estoy con una extraña, con alguien que tomó tu forma en la calle (alguien cualquiera) y entró a nuestra casa.
Y eso es tal vez lo más terrible. Sentir que de algún modo he conseguido lo que he buscado, estar contigo todo el tiempo que me fuese posible, pero que ese modo asume la forma de un fracaso muy singular, porque pensé que el alma estaría donde estuviera el cuerpo, pero contigo pareciera que no es así.

A veces, en tus ojos hay un destello de la antigua ternura que me conquistó, y es entonces cuando te tomo el rostro y me digo que me miento al pensar que no te amo, que todo se acabó, porque en esa mirada siento que cobro sentido y que nada quiero más que vivir el resto de mis días a tu lado. Y te abrazo y me abrazas y en ese instante hay un momento de sincero cariño.
Empero, eso sucede de manera más esporádica con el paso del tiempo. Son como gotas de agua dulce en medio del océano. Y la vida transcurre, y te veo cada vez más mujer, más madura, más segura de ti, y me pregunto dónde estará tu corazón. Nada amaría más que estuviera aquí conmigo, pero no puedo engañarme: donde sea, no es aquí. Y me da por cuestionarme si no tengo la culpa de que estés aquí. Probablemente te quedas porque te sientes segura o cómoda o no tienes adónde ir. O porque de alguna forma que no logro entender, me quieres.
Con todo, no dejo de pensar que debería liberarte, decirte que no te sientas atada a nada, porque nada nos ata, que aunque estés lejos siempre te estaré amando, y que lo importante es que hagas aquello que sea lo mejor para ti. Pero ni siquiera llego a intentarlo, porque el miedo a que te vayas y nunca vuelvas me vence, y entonces dejo que nuestra existencia mediocre siga adelante, porque no sé pensarme sin ti, no sé qué hacer sin ti, ni sé qué sería de mi vida sin sentir (aunque seas ese fantasma corpóreo en que te has transformado a mis ojos) que estás a mi lado.

--------------------------------------------------------------------

Dedicado a Almudena (Alfita), mi madrileña amiga, con todo mi cariño y mi aprecio

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un sentimiento precioso...,. Tan duro, tan fragil

Es tan corto el amor y tan largo el olvido.....

Luis dijo...

Gracias por el comentario. Y me encantó la forma poética que usaste para dejarlo.

Un saludo y que andes bien