viernes, julio 14, 2006

ESPERANDO
UNA MADRE, UNA HIJA
TO DIE, TO SLEEP

Bueno, aquí comienza (parezco un viejo locutor de televisión con esa frase :-D) una serie de cuentos cortos o muy cortos. Algunos entrarán hasta en la categorización de hiperbreves que explica Gloria (no más de veinte palabras).
Así que... allá vamos, como cierto programa de Canal 13 de los '80.
Que les sea leve y que lo disfruten :-)


ESPERANDO


Hay veces que no queda otra que esperar. Y a mí me cansa. Pero espero. Como esta noche.
Recuerdo esta escena. Es repetida en mi vida. La nieve formando montículos a mi alrededor y yo esperando. A veces me tiento (siempre me tiento) y quiero prender un cigarrillo, pero no, sé que no debo y guardo la cajetilla en su lugar.
La luz de las lámparas me molesta y me pongo detrás de un árbol, o de alguna columna. Estoy abrigado por completo y sólo están libres mis ojos. Sale vapor de mí cuando respiro, y me cubro la cara con las manos para evitar un poco la acción del frío. Y sigo esperando.
Cuando la desesperanza se apodera de mí, ella aparece. Podría ser también un “él”. Pero no me importa, y siento casi hasta alegría, y sé que mi espera terminó.
Entonces saco mi automática, le disparo un tiro a la cabeza, y la remato, una vez en el suelo, con otro en el cuello. El silenciador tapa gran parte del sonido, pero igual alguien pudo haber escuchado alguna cosa, así que me retiro tranquilo hasta donde estacioné mi auto, y voy a casa, a ver a mi hija y planear con mi esposa qué haremos cuando me retire de este trabajo.


UNA MADRE, UNA HIJA


Ella caminaba por la calle de tierra llevando a su beba en brazos. Era aún de noche. No había luz y sólo las estrellas le iluminaban el camino. Tampoco había ningún ruido alrededor y lo único que alteraba ese silencio monacal era el llanto entrecortado de la joven.
Por fin vio algo similar a lo que buscaba: un alto pastizal. Se adentró en el descampado. Tiró a su beba muerta allí. Ella misma la había asesinado. Ahora su hija ya no sería una carga. Había comprado para esa mañana, un pasaje en tren que la llevaría a la ciudad.
Lo único que tenía que hacer en ese momento era escapar rápido de allí. Aunque la policía del pueblo rara vez patrullaba por ahí, y nunca de noche, estaba por amanecer, y no no era cuestión de despertar sospechas haciéndose ver por ese lugar.


TO DIE, TO SLEEP


— ¿Qué te pasa?
— No sé, tengo sueño.
— Duerme.
Y durmió, y nunca más despertó.



Esto es todo, amigos. Cuídense y que anden bien.

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